jueves, 9 de octubre de 2008

Como si fuera una oración...


Me serena y me conmueve la quietud del templo. 

Las columnas me arropan de miradas indiscretas, cómplices de mi equivocada ubicación. 

Tras las puertas poderosas el tiempo se desenvuelve en una nueva dimensión. 

Ruidos con eco metálico, alguna tos, pasos de tacones, leve voz... 

Vengo algunas veces, me siento mejor, escapo de las calles y sus ruidos de motor. 

Anónimo entre las sombras, escapista, niño decepcionado, sin fe...


 

No sé a quién pedir mi salvación.


1 comentario:

  1. NO SE A QUIEN PEDIR MI SALVACION¡¡¡

    EXCELENTE.....¡¡¡¡¡BESITOS

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