Es la noche que aparece otra vez más (no sé porqué contraponer dos términos como día y noche cuando aquel sin ésta no es nada más que medio día y ésta no es sino aquel en ausencia de luz solar) y me encuentra sentado ante el teclado para dejar fluir mis pensamientos. Siento que la calma que precede el sueño acabará engulléndome en sus fauces y presa de su amoroso descanso seré. Intento recordar las cosas que he de realizar mañana sin falta con la certeza de que algo va a quedar olvidado apenas haya cerrado mis párpados. Escucho a mi lado la pausada respiración de mi amor, que hace horas que descansa. Tengo que convencerme a mi mismo que he de cambiar, es el primer paso, después todo llegará.
Me dijo que se percibía algo especial, cierta intelectualidad, algún atisbo de maestría. Pero me quedaba algo grande el traje, no encajaba en mi estilo, se nota con solo mirarme. Creo que sabe de qué habla, el también lo cree. Pues contentos los dos. A lo lejos oigo la sirena de un coche patrulla. No todos duermen.
Analiza por un momento cuantos años tienes. Intenta separar lo superfluo de lo realmente importante. Compara ambos resultados... Ya sabes, el tiempo suaviza los rasgos afilados de la realidad, decanta las piedras que han surgido en tu camino, tamiza los destellos de lucidez, atempera el éxtasis, sublima la candidez, acrecienta el mito,... discurre implacable.
Hoy estás guapísima, como es habitual.
Hoy estás guapísima, como es habitual.
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