No sabría describir el sabor de tu piel mojada en la tibia agua marina de abril, fundiéndose mi boca en la curvatura de tu nuca, cerrados mis ojos, sonido de olas batiendo contra las rocas, brisa leve que tersa tu ser, juntos de nuevo, otra vez...
La lucha eterna en busca de la Belleza. Saber apreciar esos matices que solamente tú me enseñaste cómo distinguir de la vasta vulgaridad que nos invade. Tener la paciencia para observar los tenues cambios en la luz del horizonte mientras lees para mi. Comprender la grandeza del universo escondida en una gota de agua que evaporas con tu calor. Tu sonrisa. Eclipse de sol...
Aquellas tardes atrás quedaron, recuerdos añorados, paisaje azul cansado, lirios en el agua, a tu lado.
Mañana, lo prometo, te llamo.
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